viernes, 3 de septiembre de 2010

Un día perfecto

Hay muchas cosas que me hacen sentir bien: desde escuchar una canción que me exalte, hasta ver sonreir a un amigo. Pero, ¿qué es lo que realmente me hace ser feliz?

Para mí, un día perfecto empezaría con una tenue luz entrando a través de mi ventana, de esas que te despiertan, pero sin deslumbrarte. Despertarme temprano, para que el día sea largo, pero sin estar cansada. Después de estirarme, darme una ducha larga, y sentir que el agua se lleva cualquier resto de tristeza que pude haber sentido en el pasado ¡Desechar los malos rollos por el sumidero!

Como es mi día perfecto, imaginemos que por arte de magia en la cocina hay un montón de fruta madura: sandía, melón, fresas, mandarinas, ciruelas amarillas, manzanas verdes, uvas... Tomaría leche y cereales, y una macedonia con yogurth, y un gran vaso de zumo natural.

Después, recogería mi cuarto, pero sin prisa: en mi día perfecto el tiempo estaría rendido a mis pies. Me pondría un trajecito de verano y saldría a dar una vuelta por el campo. El suave rocío de la mañana, que por la noche se había acumulado en las hojas de los árboles, caería sobre mi pelo, y esa lluvia que no empapa pero si moja un poco formaría un precioso arco-iris en el cielo. Olería a flores y a frutas.

Entonces, me sentaría bajo el cobijo de un árbol milenario, y leería mi libro favorito como si nunca lo hubiera leído. La brisa acariciaría mi cara mientras yo doy rienda suelta a mi imaginación. Pasarían las horas y nada me preocuparía, porque en mi día perfecto no llego tarde a ningún sitio. A la hora del almuerzo, iría a un descampado donde me estaría esperando mi familia, y todos festejaríamos la vida y el estar juntos, y recordaríamos entre risas a los que ya no están entre nosotros. Después, echaría una siestecita sobre una mantita, en un campo lleno de margaritas.


Ya por la tarde, iría a la cuidad para ver alguna de mis películas favoritas con mis amigos, los de hoy y los de ayer, todos juntos. Iríamos a algún romántico café a soltar lo primero que se nos viniera a la cabeza, escucharíamos nuestra música favorita, e incluso la compondríamos. Luego me despediría de ellos con una sonrisa eterna e iría a mi estudio de danza, para bailar alguna pieza de "El Lago de los Cisnes", y cuando hubiera relajado cada músculo de mi cuerpo, me daría otra ducha reconfortante.

Por la noche, quedaría con el chico de mis sueños para una romántica e íntima cena, probablemente de comida libanesa. Tomaríamos el postre paseando por la orilla de la playa. El resto no lo puedo contar aún, porque es mi día perfecto, así que todo sería inesperado y nuevo para mí.

Al dormir, lloraría, pero no de tristeza. ¿Podría existir un día así? No creo, la perfección no existe. Pero los sueños sí, y si no fuera por ellos la vida se haría muy cuesta arriba, ¿no?

3 comentarios:

  1. Joooooo, ¡qué preciosidad! Y mira que estoy al lado tuyo, pero tengo que dejar constancia en tu blog ^o^

    ResponderEliminar
  2. Gracias a los dos, me hace mucha ilusion que escriban comentarios, sobre todo si son agradables!! :D

    ResponderEliminar