domingo, 29 de agosto de 2010

Un tren atemporal

"Cuentan que construyeron la vía férrea sobre Los Alpes, entre Viena y Venecia, antes de que existiera un tren que pudiera realizar el trayecto. Aún así la construyeron, sabían que algún día llegaría el tren".

Hace unos días vi una película que me hizo reflexionar un poco sobre cómo a veces forzamos las cosas, sin darnos cuenta, simplemente porque creemos que así es como "deberían" suceder, o porque deseamos que transcurran de una determinada manera. No obstante, inconscientemente todos deberíamos saber que las cosas deben fluir de una manera natural, pues tarde o temprano todo río vuelve a su cauce poniendo todo en orden. Hoy me quedaré quieta en la orilla, y que me pula el oleaje.

Aunque a veces se pasen malos momentos, cada día es una aventura que depara infinitos tesoros. Y eso no se aprende, sino que simplemente se vive. Si buscara un lema para definir esta emoción quizá no exista otro mejor que "Carpe diem quam minimum credula postero", en español "Aprovecha el día, no confíes en mañana", como decía Horacio. No sé, la vida es un misterio en sí misma, y quiero disfrutarla al máximo. Sin perderme nada, por si no hubiera mañana.

Eso de que "mañana" no existe lo descubrí yo desde muy pequeña, según me contó hace algún tiempo mi madre: odiaba que el agua de la ducha me cayera en los ojos cuando tenía champú en el pelo porque por alguna razón era demasiado curiosa e inquieta como para mantener más de dos segundos seguidos los ojos cerrados, así que por ende odiaba que me lavaran el pelo; por eso, a la hora de la ducha siempre intentaba convencerle de que lavara mi pelo "mañana", y cuando al día siguiente le ponía la misma excusa ella me recordaba lo que había dicho el día anterior. Entonces yo le decía: "Mamá, hoy es hoy, y mañana, es mañana". Afortunadamente para la higiene de mi cabellera mi madre siempre desoía mi interesada filosofía infantil.

Sin embargo, es ese mismo miedo a que no haya un mañana el que nos juega malas pasadas tan a menudo. Me explico, por ese afán de comernos el mundo "hoy", muchas veces intentamos vivir la vida de golpe y sin anestesia. Como decía un profesor de mi instituto, "quemamos etapas". A veces es también necesario tener un poco de fe y esperanza en el futuro, aunque no sea inmediato. A veces es también sano dejar algo para mañana, sobre todo si en el fondo de nuestro corazón sabemos de alguna manera que aún no es el momento. Por eso yo hoy, aún admirando las sabias palabras de Horacio, voy a desoirle tal como hacía mi madre, y voy a darle un voto de confianza a mañana. Táchenme de bohemia, romántica o soñadora. Hoy me emprenderé a disfrutar construyendo la vía férrea, aunque no tenga certeza de que llegue tren alguno, pues tengo la esperanza de que tarde o temprano aparezca. Poniendo los medios para algo que aún no existe. Porque así es la vida, y sin vía, ¿por donde circularía?

Bueno, pensándolo mejor, empezaré mañana, que ahora tengo sueño...

No hay comentarios:

Publicar un comentario