Empezar diciendo que esta entrada es algo especial porque la
escribo mientras voy en tren, una de mis grandes pasiones. Atardece en alguna
vía que cruza lo que una voz femenina en el megáfono indica que es Roma Termini,
y los primeros indicios de una cálida brisa nocturna me recuerdan que este tren
me aproxima un poco más al inicio de un verano cada vez más evidente. Me gusta
el verano.
Mi último viaje comenzó, como todos los grandes viajes, con
una despedida, una decisión importante. Repleta de anécdotas, me quedo también
con una maraña de reflexiones en la cabeza. Los caminos que nos marca la vida,
que nosotros mismos vamos recorriendo según nuestro parecer, pueden cambiar
nuestro destino de un momento a otro, y casi siempre sin previo aviso.
Bruselas, Gante, Brujas, Corfú, Nápoles, Capri, Pompeya,
Costa Amalfitana... Siento que en cada ciudad por la que hemos pasado hemos
dejado un pedacito de nosotros mismos, y que a cambio nos hemos llevado un
trocito nuevo para nosotros… De esos que vas recolectando de la gente que
quieres, de los lugares y cosas que te impresionan, y en fin, esos trocitos de
vida que vas intercambiando con el medio que te rodea, dejando un pedacito de
ti y a la vez recogiendo otro que irrevocablemente te transforma en algo nuevo.
Somos el resultado de nuestras acciones y su rebote. Así es, vuelve a casa una
persona nueva… Bajo el mismo disfraz de siempre. Pero llevo algo distinto, que
hace las veces de ventanita hacia mi mundo interior. Como dice un gran amigo,
nuevo y a la vez de los de siempre: la vida no dice no, sino ESPERA. Pues bien,
aquí estoy, disfrutando cada instante de mi espera, que es presente. Y sin
desesperarme porque mi vida parece antojada de desarrollarse aquí y ahora.
Por eso mismo no me dio una angina de pecho ante la
imposibilidad de tomar el avión que debía sacarme de la isla de Corfú. Tras un
vuelo de Corfú a Atenas que llegó diez horas después de lo planeado, y tras una
noche de insomnio “perdida” en el aeropuerto de Atenas y 200 euros menos en la
cuenta corriente puedo decir que he sobrevivido al gafe más grande de mi vida
hasta ahora… Pero hubo final feliz y después de un día de incertidumbre nuestro
vuelo llegó a Roma. Y luego el tren a Nápoles, donde pasé una semana de ocupa
en casa de Dani, cuya despedida puso hoy el colofón final a la travesía. Hace
algunos años, hubiera desesperado sólo con la idea de tal cambio de planes,
pero ¿para qué? Algo que he aprendido, al menos en teoría, es a no malgastar
tiempo ni energía en aquello que no está de mi mano.
Pienso que así, día a día, instante a instante, vamos
creciendo. Aunque no escojamos aquello que nos sucede en la vida en muchas
ocasiones, hemos de ser conscientes de nuestra responsabilidad para encarar
cada reto. Y a mí personalmente me apasionan los retos, porque me hacen crecer,
que es vivir. Quizá aún no haya obtenido las respuestas a la mayoría de las
preguntas que formulé en mi cabeza al inicio de este viaje, pero no me importa
porque a cambio me llevo cosas mucho más valiosas, como la promesa de un presente
repleto de amor, tanto como sea capaz de entregar mi corazón. Y una llave de
dos euros al cuello con más significado del que podría explicar.
Para apostar por mi decisión de cerrar cierto ciclo, se me
ocurre una frase que rememoré hace unos días viendo cierta película maestra
(cinéfilos atentos): El mejor tipo de amor es aquel que despierta el alma, nos
hace aspirar a más, nos enciende el corazón y nos trae paz a la mente.
Arriba esa copa, porque la celebración de tu existencia no
ha hecho más que dar comienzo. Y lo mejor ¡no necesitas invitación para
disfrutar de cada segundo con todo lujo de detalles!! Porque… IT, S FREE!!
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ResponderEliminarEl mejor tipo de amor es aquel que despierta el alma, nos hace aspirar a más, nos enciende el corazón y nos trae paz a la mente.
ResponderEliminarSobrinilla, te adoro.
¡No sabía que estabas tan cerca Manu!! Que pena por Dios :( Aunque solo estuve un día y medio hubieramos buscado el hueco, mea culpa por desconocimiento geográfico... Espero que nos veamos pronto para invitarte a un café con pastitas, yo también tenía muchas ganas de compartir momentos contigo y siento mucho que el viaje a Italia se haya chafado. Pero bueno, pronto serás médico y pensarás "valió la pena". Un abrazo mi niño :) ¡Siempre nos quedará París!
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